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sábado, 23 de mayo de 2009

Interiorizando la idea

Tenemos por un lado que el Patriotismo no se limita a la construcción de un Estado sobre una identidad cultural, étnica o histórica determinada -entre otras cosas porque eso es imposible. El Patriotismo no implica nacionalismo-, sino que exige un proyecto común que sirva de elemento aglutinador por encima de lo material; y por otro que el Socialismo no es una doctrina exclusivamente económica, sino totalitaria -no en el sentido político-, porque su principal objetivo ha de ser la elevación del espíritu, y esto no se logra con juegos económicos. Siendo esto así, no estamos defendiendo una ideología -serie de ideas fundamentales sobre aspectos políticos concretos-, sino una cosmovisión, en tanto que es forma de ver e interpretar el mundo.
El discurso filosófico, a la hora de dar a conocer una cosmovisión, parte de una opción existencial, de una elección de vida. Está muy bien aportar y propagar ideas, pero sobre todo hay que vivirlas. En el momento en que se asuman las ideas como propias, cuando se interioricen y pasen a ser parte de la vida diaria del propagandista, que propaga, la lucha será imparable. Puede que no se gane, que no se conquiste el Poder o que se termine solo y humillado, pero desde luego esa persona habrá ganado su lucha personal.
El gran defecto de los partidos antisistema, y aquí me refiero a todos, unos y otros, es que por lo general se han limitado a reclutar activistas para un asalto inmediato al poder, quedándose en simples intentonas de control callejero. La realidad es que hay que salir de las calles y entrar en las casas.Es más importante que una familia viva el proyecto patriota y lleve un estilo de vida socialista (en la medida en que el entorno se lo permita, que no siempre es posible) a que una calle esté llena de pintadas, carteles, pegatinas y gentes vociferando. Lo primero conseguirá educar a unos niños que mañana conformarán la sociedad, lo segundo, casi siempre, solo ensuciar la calle. Claro que es necesario que haya un polo de lucha reclamando el cambio, pero ese será fruto de una comunidad sólida que ya vive la alternativa. Sin una red social, a nivel organizativo y a nivel comunitario, que respalde un proyecto, este solo puede aspirar a ser eterna oposición residual y, sin modus vivendi confirmado por la práctica de una comunidad, de reacción.
Para ello hay que olvidar la tradicional urgencia política. Desde hace más de cincuenta años se crean partidos políticos con la pretensión de convertirlos en movimientos populares o revolucionarios en unos meses y de alcanzar grandes cuotas de representación en las siguientes Elecciones o tomar el poder por cualquier otro medio en el menor tiempo posible; y lo único que se consigue es desgastar a una serie de personas que, por muy válidas que sean, son incapaces de hacer lo imposible, y desilusionar a todos los que vieron en ellos la opción definitiva, llevados siempre por la necesidad humana de tener referencias materiales de aquello en lo que creemos. Cuando ven que esa referencia, que era falsa y utópica, se desmorona, piensan que es la Idea la que lo ha hecho, y no les queda otra que buscar otro referente igual, o sucumbir.
La Política, con mayúscula, no entiende de plazos. Las cosas llegan cuando tienen que llegar, pero siempre después de que se haya constituido una comunidad militante que viva en la cosmovisión por la que se lucha, que sirva de ejemplo y que sea un foco de aire fresco para quienes quieren incorporarse a ella. De otra forma, solo pueden recurrir a libros, revistas y conferencias, cosas para las que no siempre se tiene tiempo y que, para una gran mayoría, usan una jerga específica solo entendida por los ya iniciados. Esto, además, no les servirá de nada, porque no hay doctrina real fuera de la escuela doctrinaria, de la comunidad que la vive; donde no hay cosmovisión solo puede haber ideología.
El modo de vida es el medio y el objetivo de la cosmovisión, de la Idea. Por tanto, es en ella y mediante ella donde y como se lucha. La coherencia interna y de cara al exterior, el ejemplo, son el arma más efectiva. “Luchar por” no es más que usar una idea como arma arrojadiza y como medio para alcanzar cualquier tipo de poder. Hay que interiorizar la idea hasta el punto en que seamos ella, (el Patriotismo Socialista) y baste con mirar a uno de los que lo predican para ver un claro ejemplo de lo que es y de lo que propugnan, porque la esencia de la cosmovisión emana de ellos.

Por ello, antes que crear un partido político, hay que formar poco a poco un grupo de personas (el movimiento) que crean en el Socialpatriotismo, que lo vivan y que, mañana, serán la Élite intelectual del movimiento revolucionario.

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